Cada vez son más y mejores las imitaciones que circulan en la Red. Y aunque pensemos que a nosotros nunca nos darían gato por liebre, lo cierto es que ocurre y cada vez con más frecuencia.
A la hora de identificar una falsificación siempre lo más recomendable es acudir a un experto, te damos algunas pautas para tener una primera toma de contacto con la joya:
– En primer lugar es fundamental tener confianza en la persona que vende, que tenga un local de cara al público y que lleve mucho tiempo en el mercado, nos recomienda David Durán, experto en gemología de Subastas Durán.
– Nunca debemos fiarnos de un certificado emitido por la tienda. A un diamante siempre le debe acompañar el certificado de un laboratorio gemológico independiente y objetivo, apunta Durán.
– Para hacer una valoración precisa necesitaremos una lupa de 10 aumentos, solo así podremos apreciar las inclusiones (imperfecciones) y determinar el grado de pureza de una piedra preciosa. Hay que tener en cuenta que el 99% de las piedras están tratadas y casi no existe un grado de pureza absoluto.
– La principal diferencia entre un diamante y una circonita es que el diamante nunca es transparente, nos cuenta el joyero vallisoletano Secundino González. El diamante devuelve aproximadamente el 70% de la luz que recibe debido a las imperfecciones o carbonos que dificultan su salida, esto hace que tenga un brillo diferente.
– Es muy improbable que una esmeralda esté limpia como el cristal de una botella debido a esas imperfecciones.
– En cuanto al peso, un quilate equivale a 200 miligramos.
– El oro y la plata deben de llevar dos maracas, una del fabricante y otra del laboratorio de contraste. El oro está marcado con un número, el 750, que significa que presenta 750 partes de oro puro y el resto es aleación (18 quilates u oro de ley), es decir lo que le proporciona dureza y color. De este modo, el de pureza 999,99 milésimas será más blando (24 quilates). Hay que tener en cuenta que esta medida no es igual para todos los países.
– Las perlas auténticas están formadas por varias de nácar, luego presentan una serie rugosidades. De ahí el hecho de que muchas personas prueben a meter un diente para reconocerlas..
– A diferencia de las perlas falsas, las buenas reflejan la luz desde el interior, y además, al tratarse de una joya orgánica, igual que el coral, cuando la tocamos coge la temperatura de nuestro cuerpo.
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