El diamante pertenece al grupo de las piedras preciosas y recibió este nombre por su dureza y su nombre procede del griego “adamas” que significa invencible y sugiere el triunfo y la perpetuidad del amor. No hay nada de dureza comparable; por ello es verdaderamente imperecedero. La dureza del diamante es distinta en las diferentes caras del cristal. En esto reside la posibilidad de tallar diamante con diamante. El brillo, muy intenso, sirve como característica diferencial respecto a las imitaciones. Los defectos ópticos son extraordinariamente favorables en el diamante; por ello se le considera el rey de las gemas.
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