El oro blanco consiste en la fusión de varios metales, es decir, es una aleación. En este caso, el material principal sería el oro y el otro metal aportaría el tono blanco que queremos. Por esta razón, los materiales más usados son la plata, el paladio o el níquel. Su uso en joyería se viene desarrollando como alternativa al platino gracias a su coste reducido.
Por otro lado, el oro blanco tiene otros usos aparte del ya nombrado en el sector de las joyerías. Así, nos encontramos con oro blanco en algunos elementos relacionados con la informática como los procesadores, los teclados, las tarjetas gráficas… Todo esto es gracias a su capacidad para la transmisión eléctrica y su dureza.
Como ya hemos comentado en post anteriores, el porcentaje de oro que posee un objeto se mide en quilates. De esta forma, conocemos la calidad de una determinada pieza gracias a esta escala de medición. Por ello, el oro blanco sigue el mismo concepto. Podemos encontrar oro blanco de 18 quilates, así es en la mayoría de los casos. Siendo así, obtendríamos un objeto con 75% de oro puro y un 25% de otro material para darle el color. Por otro lado, podemos encontrar oro blanco de 14 quilates. En este caso, el oro supondrá un 59% del total de la aleación con otro material.
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